Redacción: Alberto Bustos

Border: Criaturas fronterizas película que narra la historia de Tina (Eva Malander), una mujer poco agraciada la cual tiene un don especial que utiliza con destreza en su trabajo como agente de aduanas, teniendo la capacidad de todo tipo de emociones humanas, desde el miedo hasta la lujuria. Una rutina que es asfixiante que llega a su fin hasta que conoce a Vore (Eero Milonof), un viajero con quien establece un romance perturbador y lleno de giros sexuales inesperados.

Siendo una película del género del horror y adaptando parte de la mitología escandinava hacen el perfecta combinación para ofrecer un filme que lo transgrede todo, desde los géneros cinematográficos hasta los estereotipos de género.

Dirigida por el director iraní Ali Abbasi logra juntar humano y lo monstruoso donde se juega en una frontera que en quien ve la lucha generando asombro, sorpresa, emoción y despertando un interés en el que el Frankenstein de Mary Shelley, lo bizarro hermoso del Lynch más inspirado, lo cósmico demandante del Lovecraft más vistoso y lo anecdótico del mejor cine de fantasía, se dan la mano para dejar sin argumentos a quien crea que los diferentes son diferentes y que le regala una bofetada dolorosa a quien piense que el hombre sigue siendo la regla de todas las cosas.

De acuerdo con el director, los personajes representan, cada uno a su modo, a los desprotegidos y a las minorías, a esos seres distintos que no son asimilados por la sociedad que define qué está bien y qué está mal, qué es bello y qué es horrible.

En conclusión ¿qué nos hace verdaderamente humanos? Quizás venga de ahí que la identidad sea el principal objeto de crítica. Porque como bien anticipo el director en una entrevista: “Estoy en contra de esa idea de identidad, de la que han construido. En la película pasa igual que conmigo mismo, que soy como una mesa de bufé: iraní, pero criado en Suecia y vivo en Dinamarca. Creo que Criaturas Fronterizas – Border  es sobre todo una de las películas más europeas del año. Parece que todo conduce a que creamos que hay una identidad real por algún sitio, cuando en realidad se trata siempre de construir una identidad. Es cuestión de seleccionar, ella elige. Para mí, yo no elijo ni iraní ni sueco ni danés”.

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