Redacción : Arturo Roti
En una noche cargada de nostalgia y poderío sonoro, la legendaria banda británica Saxon se apoderó del escenario del Café Iguana en Monterrey el pasado 29 de noviembre. Con un lleno total y un público de la vieja escuela del metal, la velada prometía ser un festín para los amantes del auténtico sonido de la NWOBHM (Nueva Ola Británica de Heavy Metal), todos ellos listos para sumergirse en el poder y la energía de una de las bandas más influyentes del género.
El concierto de Saxon, la leyenda del heavy metal británico comenzó puntualmente a las 21:30 horas con la poderosa “Carpe Diem”. Desde el primer acorde, quedó claro que la noche sería un viaje épico a través de décadas de historia del heavy metal. Saxon no tardó en desplegar clásicos y nuevos tracks como “Motorcycle Man” y “Age Of Stream”, La alquimia musical de los británicos se desplegó con maestría en cada acorde de la grandiosa “Power and the Glory” y “Dambusters”, provocando la euforia de la audiencia.
Entre el rugir de las guitarras del prodigioso Doug Garret y del legendario Brian Tatler (Diamond Head), de los trastazos en la batería de Nigel Glockler y la potencia de la voz demaestro Biff Byford, el Café Iguana se convirtió en un templo del metal transportando a la audiencia a la época dorada del metal británico. ”Dallas 1PM”, “Heavy Metal Thunder” y “Sacrifice” resonaron con una fuerza que solo una banda con más de cuatro décadas de experiencia puede ofrecer. El virtuosismo de los músicos se hizo evidente en cada nota, recordando por qué Saxon es una de las instituciones del género.
La intensidad del concierto alcanzó grandes niveles con himnos como “Crusader” y “Ride Like The Wind”. La maestría de Nibbs Carter en el bajo tomó la atención del público con un solo que resonó como un rugido sónico, preparando el terreno para “Strong Arm Of The Law” pieza icónica de su tercer disco. El poder de Saxon fluía imparable, marcando cada acorde como una afirmación de su legado indeleble. El público, entregado, disfrutó de cada instante, sintiendo la conexión única que solo el metal en vivo puede proporcionar.
El setlist no dejó espacio para la tregua y el regreso a sus raíces continuó con “And The Band Played On” y “NeverSurrender”. Cada canción resonaba con la autenticidad y la pasión que caracterizan a Saxon. Los fanáticos, fieles seguidores del metal, respondieron con gritos eufóricos y devoción a cada acorde.
El clímax del concierto llegó con “Wheels Of Steel”, una joya del repertorio de Saxon de aquel glorioso segundo álbum de la banda. El ambiente alcanzó su punto álgido, y la banda se retiró temporalmente del escenario. Sin embargo, el rugir de la multitud exigía más. Saxon regresó para brindar tres gloriosos temas: “The Pilgrimage” de su álbum Carpe Diem y las icónicas “747 (Strangers In The Night)” y “Denim and Leather”. Monterrey vivió una auténtica muestra de la historia del heavy metal.
La noche culminó con un apoteósico final con “Princess of The Night”, dejando a los fanáticos extasiados y satisfechos. Durante aproximadamente una hora y media que duró el concierto, Saxon entregó una actuación que trascendió el tiempo y dejó una huella imborrable en el corazón de los presentes.
El clima regiomontano muy parecido al londinense, al que Byff Byford hizo referencia, parecía apropiado para la ocasión. El frío y la humedad que caracteriza la ciudad de Saxon en su natal Reino Unido también se hizo presente en Monterrey, pero en lugar de apagar el fuego del metal, sirvió como un símbolo de la intensidad y la pasión que arde en el corazón de los verdaderos amantes de la música.
La noche de Saxon en el Café Iguana fue mucho más que un concierto; fue un viaje en el tiempo, una celebración de la resistencia y la perdurabilidad del heavy metal. Saxondemostró que, después de más de cuatro décadas, su música sigue siendo un catalizador de emociones, unificador de generaciones y testamento de la inmortalidad del auténtico metal recordando a todos por qué son considerados verdaderos titanes del género. El legado de Saxon sigue más fuerte que nunca. Monterrey una vez más, se convirtió en testigo de la eterna llama del Heavy Metal, mantenida viva por una banda que ha resistido la prueba del tiempo.