Redacción : Arturo Roti

En una noche donde la oscuridad y el magnetismo del metal industrial se apoderaron del Showcenter Complex de Monterrey, Till Lindemann, la voz icónica detrás de Rammstein, se presentó en un concierto que dejó a la audiencia atónita. El evento, que tuvo lugar el 2 de enero, inició con el peculiar sonido energizante de La banda-son Imaginaire, un excelente trío oaxaqueño de darkwave que calentó el escenario de manera única y con su propuesta interesante fue un gran descubrimiento para muchos de los presentes.

 

El maestro de ceremonias, Till Lindemann, irrumpió en el escenario con una energía electrizante, abriendo su setlistcon piezas de su álbum en solitario “Zunge”. La experiencia se volvió visceral mientras las pantallas proyectaban escenas provocativas y bizarras, fiel al estilo irreverente de Lindemann.

El repertorio destacó temas como “Schweiss”, “Fat”, “AltesFleisch”, y la provocadora “Golden Shower”. La sorpresa llegó con “Allesfresser”, donde la lluvia de pasteles se convirtió en una inusual interacción entre Lindemann y la audiencia. El público anhelaba los pasteles lanzados por los músicos, sumergiéndose en un espectáculo que trascendía lo convencional.

 

El espectáculo continuó su vertiginoso recorrido con “Tanzlehrerin”, “Ich Weib es nicht”, “SportFrei”, y “Blut”, donde Till, siempre impredecible, roció agua hacia los asistentes. La fiesta visual y sonora continuó con “PraiseAbort” y “Platz 1”, donde Lindemann descendió del escenario, recorriendo la multitud escoltado por la tecladista Constance Antoinette.

 

El espectáculo no escatimó en extravagancia, y llegó a su cúspide con “Fish On”, momento en el cual el público fue sorprendido por la lluvia de pescados. Acto seguido, “Gummi” y “Steh Auf” hicieron vibrar al recinto, marcando el cierre oficial.

 

Pero la despedida fue solo un preludio, ya que Till y su banda regresaron para regalar más música a los asistentes. “Knebel”, “Ich Hasse Kinder”, y “Skills in Pills” resonaron en el recinto, demostrando la maestría y versatilidad del grupo. El clímax llegó con la interpretación magistral de “Entre Dos Tierras”, un emotivo tributo a Heroes del Silencio que cerró la velada con broche de oro.

La complicidad entre Till Lindemann y su público fue palpable, cada canción era una conexión única. La banda, compuesta por músicos talentosos como Emily Ruvidich y Jes Paige en las guitarras, Joe Letz en la batería, ConstanceAntoinette en los teclados y el legendario Danny Lohner en el bajo, creó una sinergia excepcional.

 

En una noche donde lo inesperado se volvió la norma, TillLindemann demostró por qué es una leyenda del rock. Su música, irreverencia y capacidad para desafiar las convenciones convirtieron el concierto en una experiencia inolvidable para los asistentes. Monterrey quedó hechizado por la intensidad y el magnetismo de uno de los íconos más grandes del rock contemporáneo.

 

Lindemann no solo ofreció un concierto, sino un ritual musical que resonará en la memoria de Monterrey. Su legado como uno de los maestros del espectáculo en vivo se mantiene intacto, desafiando expectativas y llevando al público a un viaje sin igual dejando una sensación de euforia y gratificación. La magia de esa noche reverberará por un largo tiempo.

Una vez más, el rock se manifestó en su forma más pura y provocadora, gracias a un artista que ha elevado el arte del espectáculo a nuevas alturas.

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