Redacción : Arturo Roti
La ciudad de Monterrey se vistió de gala para recibir a uno de los íconos más queridos de la música romántica mexicana: Napoleón. En un Auditorio Citibanamex abarrotado, el legendario cantante ofreció un concierto lleno de emociones, recuerdos y nostalgia, enmarcado en su gira de despedida “Hasta Siempre!”.
El espectáculo arrancó con la melodiosa voz de Napoleón entonando “De Vez en Vez”, seguida de clásicos como “Corazón Bandido” y “Quisiera”, transportando a la audiencia a través de décadas de éxitos. En un gesto emotivo, el artista agradeció a Monterrey, la ciudad que vio nacer su carrera artística, recordando con cariño a Rómulo Lozano, quien le brindó su primera oportunidad en su programa.
El público no pudo contener su emoción cuando Napoleón interpretó “Celos”, desatando suspiros y aclamaciones. Temas como “Amor de Habitación”, “Leña Verde”, “Después de Tanto” y “30 Años” siguieron, consolidando la conexión especial entre el artista y sus seguidores.
Uno de los momentos más conmovedores de la noche llegó con un tributo a su amigo José José, a través de un medleyde canciones que el fallecido cantante grabara. Con temas como “Lo que un Día Fue No Será”, “Mientras Llueve” y “Y Para Qué”, Napoleón honró la memoria de una leyenda de la música latina.
La atmósfera se tornó íntima con el tema inédito “Cuando se Pierde un Amigo”, dedicado a aquellos que ya no están con nosotros. Acompañado de su guitarra, Napoleón interpretó “El Grillo”, su primera composición, y “La Canción del Molino Rojo”, transportando al público a través de su historia musical.
El mariachi hizo su entrada triunfal con el corrido de Monterrey y “El Son de la Negra”, dando paso a una selección de temas rancheros de Napoleón, como “Recuerdo Apagado”, “Aun Estoy de Pie” y “La Feria de las Ferias”, esta última una oda a su amada Aguascalientes.
El momento cumbre llegó con la participación especial de su hijo José María, también cantautor, quien cautivó al público con temas propios como “Día 22”, “Me Quedo a Tu Lado” y “Tú Me Enseñaste”. La sorpresa llegó cuando Napoleón se enfundó en el jersey de los Tigres de la UANL para interpretar “Hombre”, acompañado de su hijo, quien lució el jersey de los Rayados de Monterrey.
La despedida fue solo el preludio de un encore pedido a gritos por el público. Napoleón regresó al escenario, tomó el micrófono con una mezcla de emoción y gratitud palpable en su voz. Con cada acorde de “Pajarillo”, el auditorio se convirtió en un coro unificado, donde las voces del público se entrelazaban con la del artista.
Al pasar a “Eres”, los corazones se fundieron en una comunión de sentimientos, recordando amores pasados y presentes, mientras las palabras de la canción resonaban con una intensidad conmovedora. Cada nota parecía un abrazo cálido, un recuerdo vivido, una promesa eterna de amor.
Y cuando llegó el momento de “Vive”, la emoción alcanzó su punto culminante. En medio de la melancolía y la alegría, Napoleón y su público compartieron un instante único, donde el tiempo parecía detenerse y solo quedaba la música y la pasión compartida. Los versos de esperanza y celebración resonaron en cada rincón del auditorio, recordándonos la importancia de vivir cada momento con intensidad y gratitud.
Napoleón y su público compartieron un momento de complicidad, sabiendo que este recital era más que una simple presentación; era el adiós a una era, el cierre de un capítulo lleno de música, amor y recuerdos inolvidables, dejando en el aire la certeza de que el amor y la música son el verdadero legado que perdura más allá del tiempo y el espacio.
Este concierto, de su gira de despedida en Monterrey, no solo fue un adiós a los escenarios, sino también una celebración de la vida y el legado musical de Napoleón. Con su voz aún resonando en los corazones de todos los presentes, el cantante se despidió con gratitud y humildad, dejando en claro que, aunque se despida de los escenarios, su música vivirá eternamente en el alma de quienes lo han amado y admirado a lo largo de los años.