Redacción: Arturo Roti
El pasado miércoles 13 de noviembre, la Arena Monterrey vibró al ritmo de los más grandes clásicos de Queen, gracias al espectacular regreso de Dios Salve a la Reina, considerada una de las mejores bandas tributo del mundo. La noche comenzó con la presentación de Believin, banda soporte que calentó motores con temas dinámicos como “You Don’tKnow”, dejando al público listo para una velada inolvidable.
A las 9:45 de la noche, la oscuridad se apoderó del recinto y las primeras notas de “One Vision” rompieron el silencio. Desde ese momento, la nostalgia y la emoción envolvieron a los asistentes, muchos de los cuales lucían chalecos amarillos, coronas y el emblemático atuendo blanco que inmortalizó Freddie Mercury durante el mítico Live Aid. Cada detalle era un reflejo del amor inquebrantable por una de las bandas más legendarias de la historia.
Un viaje por la historia de Queen
El repertorio de Dios Salve a la Reina fue un recorrido perfectamente armado que abarcó los éxitos más icónicos de Queen. Temas como “Tie Your Mother Down” y “UnderPressure” desataron una oleada de aplausos, mientras que “In the Lap of the Gods” dejó a más de uno conmovido. Los primeros años de la banda fueron recordados con una mezcla impecable de “Seven Seas of Rhye” y “Keep YourselfAlive”, dos joyas que evocaron los inicios de la leyenda inglesa.
El momento mágico continuó con “A Kind of Magic”, tema que provocó los primeros cánticos a todo pulmón. Sin embargo, la ovación más estruendosa llegó con “AnotherOne Bites the Dust”, donde **Pablo Padín**, el Freddie Mercury argentino, interactuó con el público con la misma teatralidad y carisma que caracterizaban al legendario vocalista.
Más adelante, un medley que incluyó “Killer Queen”, “Bicycle Race” y “You’re My Best Friend” hizo que la Arena Monterrey se llenara de aplausos y sonrisas. La diversidad del público quedó en evidencia: desde niños hasta adultos mayores, todos entonaban las canciones con la misma pasión, como si fueran himnos intergeneracionales.
El show tuvo sus momentos de pura melancolía y emoción. Con “Who Wants to Live Forever”, el público se sumió en un ambiente solemne, mientras que “Love of My Life” arranc+o suspiros entre los fanáticos y “Nevermore”, interpretada con un piano solitario y la voz de Pablo Padín, hicieron que muchos no pudieran contener las emociones. Las luces de los celulares iluminaron la arena, creando un escenario digno de una postal inolvidable.
Otro de los momentos destacados fue la interpretación de “Somebody to Love”, que llevó al público a un clímax emocional. Después, Daniel Marcos, el encargado de emular a Brian May, ejecutó un solo de guitarra magistral que fue recibido con una ovación de pie. El talento y la precisión técnica del guitarrista hicieron honor a la grandeza del emblemático músico británico.
Con el vestuario de la gira Hot Space Tour, la banda continuó con un desfile de éxitos: “Now I’m Here”, “CrazyLittle Thing Called Love” (que puso a bailar a toda la arena), “I Want It All” y “Radio Ga Ga”, cuya característica coreografía unió a todo el público en una sincronía perfecta de palmas.
El cierre principal de la noche fue, como no podía ser de otra forma, “Bohemian Rhapsody”. La ejecución impecable de esta obra maestra musical hizo que los asistentes estallaran en una ovación interminable, con emociones a flor de piel. Sin embargo, la banda regresó para interpretar los esperados éxitos “I Want to Break Free”, (donde Padín apareció caracterizado con peluca, blusa rosa y postizos, tal como en el icónico video) y “We Will Rock You”, cerrando con la conmovedora *We Are the Champions*.
Cuando parecía que todo había terminado, **Dios Salve a la Reina** volvió al escenario para un Ssegundo encoreinolvidable con “The Show Must Go On” y “Don’t Stop Me Now”, dejando a los fanáticos completamente satisfechos y con el corazón lleno de música y recuerdos.
Una noche para recordar
Dios Salve a la Reina no solo rindió homenaje a Queen; hizo que el espíritu de la banda británica cobrara vida una vez más. Fue una noche cargada de emociones, desde la nostalgia más profunda hasta la euforia desbordante. Sin importar cuántos años pasen, la música de Queen sigue siendo tan inmortal como el legado de Freddie Mercury, y noches como esta son un recordatorio de que el show debe continuar.
Para quienes estuvieron presentes, será difícil olvidar lo vivido. Y para quienes no pudieron asistir, queda la esperanza de que esta experiencia mágica vuelva a repetirse.
Gracias, Queen, por tanta música. Gracias, Dios Salve a la Reina, por tanto corazón.