Redacción: Arturo Roti
El rock mexicano despide hoy a uno de sus más grandes pioneros: Javier Bátiz, quien falleció el 14 de diciembre de 2024 a los 80 años, tras librar una dura batalla contra el cáncer. Fue su esposa, Claudia Madrid, quien anunció la noticia a través de redes sociales: “Queridos amigos y familia, para informarles que nuestro adorado y querido, mi esposo Javier Bátiz, trascendió el día de hoy. Su legado y su música quedan para la eternidad. Te amo, amor mío. Vuela alto, mi ángel”.
Javier Bátiz no solo fue un virtuoso de la guitarra, sino un visionario que transformó el panorama musical de México. Nacido el 3 de junio de 1944 en Tijuana, Baja California, su trayectoria artística fue clave para abrir las puertas del rock y el blues en el país. Desde muy joven, demostró un amor inquebrantable por la música, influenciado por artistas como T-Bone Walker, Muddy Waters y B.B. King. Este bagaje musical lo llevó a fundar Los TJ’s en 1957, un grupo que combinó el blues, el R&B y el rock con un estilo único que resonó en los jóvenes de la época.
Bátiz pronto se convirtió en un faro para muchos músicos que soñaban con trascender. Entre ellos, un joven Carlos Santana, quien en más de una ocasión reconoció a Javier como una de sus principales influencias. La técnica, pasión y carisma de Bátiz marcaron profundamente a Santana, y esa relación mentor-discípulo es ahora parte de la leyenda del rock.
En 1963, Javier se mudó a la Ciudad de México, instalándose en Coyoacán, donde consolidó su papel como líder de la escena del rock nacional. En esa etapa, grabó álbumes que hoy son considerados pilares de la música mexicana, como “Javier Bátiz and the Famous Finks”, “Javier Batiz USA” y “Coming Home”. Su habilidad para interpretar y traducir al español temas de blues y rock lo convirtió en un puente cultural, llevando estos géneros al corazón del público mexicano.
La música de Bátiz era mucho más que entretenimiento: era un llamado a la autenticidad y la rebeldía. Su guitarra no solo creaba sonidos inolvidables, sino que también transmitía emociones, historias y verdades que tocaban el alma de quien lo escuchaba. No por nada, con su característico sentido del humor, llegó a decir en entrevistas: *”A estas alturas, lo que más me sorprende es estar vivo”.*
Pero más allá de su habilidad como guitarrista, Javier Bátizera un contador de historias y un maestro para generaciones de músicos. Su legado no se limita a los escenarios ni a los discos: está en cada rincón donde el rock mexicano floreció gracias a su influencia.
Sus temas no solo marcaron a una generación, sino que inspiraron un movimiento. En su música hay ecos de libertad, resistencia y pasión por vivir con intensidad. Incluso hoy, su legado sigue vivo, recordándonos que el rock es más que un género musical: es un estilo de vida, una forma de ver el mundo y enfrentarlo con valentía.
Javier Bátiz deja un vacío imposible de llenar, pero también una herencia musical que perdurará para siempre. Su nombre está grabado con letras de oro en la historia del rock y el blues en México. Su guitarra, sus notas y su espíritu vivirán eternamente en los corazones de aquellos que encontraron en su música un refugio y una bandera.
Hoy despedimos al hombre, pero celebramos la inmortalidad de su obra. Javier Bátiz vuela alto, pero su música sigue aquí, como testimonio de una vida dedicada a la pasión, la creatividad y la libertad.